martes, 24 de noviembre de 2009

Novela de las dos amanuenses japonesas


La imagen quisiera ser dos mujeres, pero en cambio son palabras.

La imagen son dos amanuenses (¿pintoras?) de shodo en una misma mesa larga, turistas alrededor. Ellas escriben (¿pintan?) nombres extranjeros sobre madera pequeña y pulida.

La imagen son dos escritoras: ambas de edad indescifrable, sin embargo, una más joven que la otra. La joven, frágil, con el cuello largo y pequeñas arrugas delgadas como collares. La boca, una abertura discreta sobre el rostro: poco expresiva, como una pequeña cicatriz; las manos como ramas de durazno, finas pero con los huesillos marcados como semillas de fruta. La mayor, regordeta, el pelo rizado y corto, teñido, la
gruesa boca  pintada de rojo; las manos muy fuertes. Los ojos de ambas amanuenses son pequeños y negros; los de la joven, brillantes y movedizos como gatos, apoyados en el marco de sus cejas delgadas y muy finas como letras, negras como el cabello y la tinta. Los ojos de la vieja, canicas entrecerradas.

Frente a ellas, en kanji, el nombre de dos turistas a lápiz. Complejos
ambos. Pensé: pequeños templos.

La más joven estudia las letras. El gato de sus ojos corre de un lado a otro persiguiendo algo que no atrapa. Coloca la tabla frente a sí y apoya el pincel sobre la piedra de tinta (suzuri, me informan después); repasa el pincel sobre una hoja rennegrida del exceso de tinta de otros nombres, formando el nombre de una mancha, un signo inédito que está diciendo lo indecible, siempre diferente. La tinta es un aroma penetrante y metálico en el aire. La joven vacila; sus cejas delgadas se mueven: adoptan formas curiosas, letras, signos de admiración, de interrogación. Va a comenzar a escribir. El gato salta. Escribe. Dos trazos sencillos en los que se ha llevado medio minuto, tal vez más. Se detiene infinidad de veces en cada pliegue. Luego, la letra siguiente. Es otro kanji sencillo, pero se demora (no pinta los trazos, bordea el espacio de silencio alrededor de ellos). Son dos trazos simples que reconozco: ka y ro, con los que noto que formará el nombre Carolina. Ka parece una ene latina; ro parece un cuadrito. Los pequeños dedos de durazno de la amanuense joven se crispan como garra sosteniendo la tabla en su mano izquierda, la tabla no se moverá, su mano izquierda es la firmeza, dedos de hueso de durazno, de hueso de dragón; la mano derecha sostiene el pincel verticalmente sobre la tabla, cada músculo de sus dedos se tensa al formar un trazo, con la velocidad de un disparo. Luego cada músculo se relaja y prepara el siguiente trazo; su mano derecha está respirando independientemente, tiene sus propios ciclos, pero toda la fuerza del pequeño cuerpo de la amanuense joven viaja desde el abdomen y la espalda, los hombros, hacia el pincel que resiente la presión sobre la tabla, y habla.

La amanuense anciana, trabaja. La palabra es precisa. Sus kanji me eran desconocidos, ya que eran más complejos, como coronas, árboles con nieve y montículos de piedras. Pero, ¿cómo decirlo?: sobre la tabla parecían letras, signos planos. Incluso los barridos verticales en la cola de algunos kanji, tan elegantes, donde uno puede ver un arranque lírico del shodoka, estaban medidos y seguros, realizados con la rapidez de la repetición. La anciana pinta como alguien que no piensa mientras camina.

Pero la joven baila: sus trazos no son letras: son crestas, pendientes, geografías, olas, alas. En algún trazo, o tal vez me engañaron los ojos, creí advertir algunos colores.

En el tiempo que las observé, la anciana terminó dos tablas y la joven apenas una. Las de la anciana eran perfectas, por así decirlo, claros y bien diferenciados los trazos, impersonales como una tipografía. Nuestros ingenieros del idioma dirían que había "intencionalidad comunicativa". El nombre escrito por la amanuense joven, no sabría decirlo de otro modo, era no un nombre escrito sobre una tabla, sino el nombre en sí de una mujer; como cuando el hablante de español observa la letra a impresa y reconoce a partir de la forma el sonido en su mente y casi puede escucharlo, así el nombre escrito por la joven entregaba como un ruido en lengua extraña y una imagen. Se diría que era un retrato.

Shodo de Masako Inkyo.

martes, 10 de noviembre de 2009

Breve introducción a la metafísica de la belleza o de cómo ningún niño cayó esta mañana al abismo

Querría escribir algunas ideas o imágenes o palabras que me fueron dadas después de leer a Milorad Pavić durante esta mañana -ideas o imágenes o palabras que no lo explican sin embargo;la belleza no existe para que se la explique, sino impúnemente como un animal salvaje o una taza de café vacía. , Me contradigo: a continuación, la belleza: la belleza vive en la frontera del Yo que creemos conocer y el que somos cuando soñamos, cuya sombra nos mira sorprendida en los espejos. Ese Yo que somos cuando soñamos habita la belleza y es una entidad sin identidad, sin rostro y sin nombre, por ello posee todas las formas y atributos, lo contiene todo; a esa frontera apelaban los antiguos para explicar la presencia de Dios. , Somos niños. Cuando leemos, en cambio, sentimos que somos niños. Nos volvemos niños a nuestros propios ojos cuando leemos (lo que, por otra parte, explicaría la longevidad atribuída a los buenos lectores, e incluso a la mayoría de los pintores, que han aprendido a leer sus sueños en el idioma original, no en las someras y muchas veces despreciables traducciones de sus primos los escritores), nos volvemos al asombro y en la patria y matria del asombro somos fugazmente inmortales. Lo que es decir que tardamos más tiempo del regular en mostrar signos de envejecimiento -ahí está Gonzalo Rojas en su octava adolescencia todavía, desbrozando el silabario de Catulo, genuflexo ante la belleza y fuerte como un toro rojo. , Los vicios del hombre maduro son juguetes. Las pistolas de plástico son pistolas de verdad para el niño; así los vicios y crímenes de los mayores son juguetes y bravatas para entrar en la dimensión de los sueños, territorio posible de la felicidad. Mediante la subversión y el crimen -aunque no sólo así- el hombre entra brevemente en la irrealidad, lo que lo lleva a la impunidad de la travesura, a la protección del secreto, a la bellaquería -a la escritura, el crimen mayor de todos. , ¿Cómo era? No te harás imagen de lo que está sobre la tierra ni lo que hay en el mar, debajo de la tierra. Génesis, novela de formación, versículo tal y tal. , El escritor puede ser entendido entonces como el vigilante, el modestísimo Catcher in the rye que cuida los juegos de los niños, disfrazados de emperadores, caballeros Jedi o científicos. La responsabilidad de este vigilante no es menor: debe cuidar que los niños no hagan violencia sobre sí mismos, o que descrean del cuento y se conviertan en mórbidos adultos. , No propongamos una idealización de la infancia: eso sería remedar al histérico Walt Disney que equipara infancia con estupidez, un pedófilo imbécil que no supo bailar con los demonios, como el buen Batman. El crecimiento y la madurez son para el verdadero que somos a) o una fantasmagoría incómoda; b) o un campo de juegos (verdadero kindergarten) siempre ampliándose. Para advertir la diferencia tenemos ese ojo adulto que nunca se cierra, que nace huérfano y por eso lleva el signo de la pérdida como una sombra larga donde inventó el tiempo hace muchos años; ojo que fue boca para inventar el lenguaje y recordar lo que los niños dicen cuando sueñan. , Aún cuando somos graves y biliosos somos niños. La muerte no existe para el que escribe.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Solar

1.
nadie pisó nunca ni pisará las tibias avenidas del sol durante el invierno, con una sombrilla demasiado corta en cada mano; pero en las anchas tostadas larguísimas avenidas solares la luz abre la boca y se pronuncia por la claridad. en el sol amanece siempre a la misma hora; la gente del sol repliega los aluminios de las tiendas, los bares iluminados desde dentro -como un cuarto donde viven todas las estrellas- permanecen abiertos todo el día, y todos los días son días festivos y cuando dos se encierran para mostrar su bestia silenciosa dando brincos, un coro de ventanas abre los ojos y la luz entera es el nombre de la luz hablando.
2.
la tarde en el barrio de las putas es una naranja evidenciando a las claras su aroma; fruto se derrite acongojado bajo besos. sutiles muslos sabios ejercen sin noche su arte de piernas y contorsiones circenses. trapecistas a cuerpo cerrado en los dormitorios donde un ojo siempre es una red revelando no el pájaro, sino el canto invisible como estela cálida en las ramas del aire: no conocen el sentido de lo oculto, sueñan en voz alta.
3.
el sol es un país largo sin océanos, con relojes imposibles de arena iluminada desde la punta de sus montañas fugaces, que duran efluvios milenarios de luz como carcajadas de espuma o floraciones inmediatas de rosales de fuego. unas y otras no terminan de caer; la lluvia sobre las ciudades no es diferente de un canto feliz en el oído del amante, en voz muy baja, inconmensurable el estruendo. su brevedad es relativa porque en esta provincia no se ha inventado el tiempo. en el centro del tiempo vive una semilla de fruta; interminables raíces son los árboles de luz boca abajo y todas las macetas se fijan en tierra, con la superstición de que están a punto de salir volando. el nombre de la flor crece bajo tierra, la mandrágora es oscura flor solar de raíces gritando si arrancadas como sollozo de hembra.
4.
sol es femenino, sol es siempre el parto de la nube bajo su vientre estriado. sol es la nube lloviendo de risa sobre el cielo de Nantes donde nunca estuve, tan incierto. habrá coleópteros, brisas que se desenfundan en una estrella donde vive un verano más verano que su nombre, completamente habrá huracanes y lluvias de luz estival y cuando se nubla es bronce el huracán incendiado, nombres propios de los dioses en el megáfono de la lumbre; sales, llanuras de llamas transparentes, ciudades en construcción o devastadas, autobuses donde ciegos piden cambio, animales que han entrevisto impúdicamente a la luna lejana de mercurio. tristeza del sol, perros de puerto sin mar.
5.
como en asuntos de poesía las dedicatorias son armas de innumerables filos, quepa solamente mencionar mi deuda de intertextualidad con cierto ensayo de d. Alfonso Reyes
el sol es un rey oriental que no tiene tiempo para morir. su toda ocupación es luz. todo su cauce y atención lo ocupa el oficio más alto aún que la muerte. sol es un pájaro que vive devorándose las entrañas entre el ruinoso costillar de espadas encendidas, devuelto siempre en el amanecer que es siempre; sol es un pájaro que es el puro acto de volar; sol es renaciendo. imagen: Le Soleil, del Tarot restaurado Camoin-Jodorowsky.

Beach or Bust

Yo por mi lado me impresiono por bien poca cosa; me asombra todavía el hecho de haber nacido. Luego uno debe aprender las ciencias y de memoria las explicaciones más complicadas para ver el mundo, para habitarlo, que queda francamente poco tiempo para cualquier otra cosa. El mundo debiera venir con un manual de uso para desubicados; uno de sobrevivencia por lo menos, para evitarnos este andar brincando entre carreras y camas y cantinas buscando
LA VERDAD,
y, como magistralmente nos recuerda Jack Nicholson desde "A few good men": no sabemos que hacer con la verdad. La ignorancia, el temor, el miedo paralizante a la acción pueden justificarse en la inseguridad, pero a la inseguridad no la justifica nada sino el miedo a adoptar o construir una imagen propia. Hoy ando infantil, y me pregunto: ¿por qué imponerme la impostura de la coherencia? Abrir la boca como Lacan, y ver qué sale, y partir de ahí para lo demás... Pero luego viene la mano de la sociedad y nos cierra la boca a puñetazos, o como esa imagen tan lograda de Raúl Zurita: nos lanza un escupo en la boca que esperaba un beso. Noto aquí cierta baba romántica... Yo Vs La Sociedad... No, no me lo creo. Debe haber algo más. Algo que me responsabilice de mi temor a ser humano. Una nota suicida parece tener la misma estructura de composición que un discurso (así sea inesperado o improvisado) de aceptación de un premio Oscar: se empieza enumerando las circunstancias que llevaron al merecedor a estar frente a un auditorio, real o supuesto, haciendo tabula rasa y diciendo: no hubo sino esto, que dio como resultado esto. Así comienza la autocrítica, partiendo del ahora para sopesar los aciertos y torpezas del pasado. En alguna parte escribí: escribir cualquier cosa con la intensidad de una nota suicida, como constancia del estar que se evapora. Hoy ya no sé cómo hacerlo, y no sé si antes lo supe. Temo estar entrando en una (otra) fase neurótica de incapacidad para regular verbalmente mi propia circunstancia. Pérdida de la capacidad narrativa, así de simple puede definirse la neurosis, porque dice la Zambrano que "nadie es completamente desdichado si puede contarse a sí mismo su propia historia". Pero me parece lejana ahora esta facultad, no sé qué me estoy negando o a qué estoy escapando. Lo estoy haciendo, sin embargo. Algo estoy evitando. Un no sé qué que queda balbuciendo. Foto: "Beach or Bust" de Anna Gay, http://www.flickr.com/photos/annagaycoan/3942153630/

domingo, 8 de noviembre de 2009

La guerra que viene está aquí, de Rogelio Guedea

El único imperialismo a combatir, aquí desde adentro, es el Estado mexicano. No hay otro. Mientras no se sanee corrupción, autoritarismo y represión, no podremos ni siquiera pensar en luchar contra cualquier otro imperialismo, que ningún otro tiene la culpa de que seamos incapaces de organizarnos, planear y reinar, como ellos. Todos los que han intentado combatir el Imperialismo han terminado, vaya paradoja, en dictadores o –si bien les fue- en mártires. Mártires cuya imagen se vende en ferias y circos, ahora, nomás. No: el enemigo del bienestar social mexicano tiene un solo nombre y lo saben bien los capos del narcotráfico: es el Estado. Hartos de tanta desvergüenza, y “teniendo con qué”, los narcotraficantes han decidido (ya lo hemos visto) no sólo hacerse venganza por su propia mano sino también, de paso, vengar al pueblo apaleado y ninguneado que es México. Sólo falta que maten al presidente para ver si ya entendemos que lo que estamos viviendo y celebraremos en 2010 es una segunda revolución. Los capos que no han sido santificados por el pueblo, como Jesús Malverde, tienen, por lo menos, el rostro de Pancho Villa o Emiliano Zapata, narcocorridos y narconovelas aparte. Si así los ven “los de abajo”, ¿por qué “los de arriba” se hacen los desentendidos? Repitamos, pues: nuestro Sistema no funciona ya (y está desenchufado de toda realidad) porque ha perdido lógica y sentido común, y la sociedad civil vive tan resignada a la ilógica y al sinsentido del gobierno mexicano que toda lógica y sentido común le resulta un espejismo. Hasta la Cultura oficial, a la que quisiéramos incorruptible, ya no sólo es autoritaria sino sorda y ciega. Las cosas más simples (sacar una licencia, pedir un taxi, solicitar una rectificación de acta de nacimiento, comprar un lápiz, pedir permiso para entrar al baño) se vuelven, aquí, un escollo. Y lo peor: el Sistema lo sabe. Su filosofía es: no le hagas caso a ese pendejo, déjalo que se canse. ¿Cuántos son los hastiados? ¿Cuántos los que estamos a punto de hastiarnos? ¿Cuántos los que ya ni lo uno ni lo otro? Esta breve nota está condenada también a perderse en el tsunami de protestas que cada día aparecen en los periódicos o revistas y, cada día, poco antes del anochecer, agonizan en un bote de basura o en una bandeja de correos no deseados. Y el Sistema lo sabe. Su filosofía es, otra vez: no le hagas caso a ese pendejo, déjalo que se canse. Y, aunque a veces lo consigue, yo sólo espero que esta mano (y otras nuevas que vengan) no se cansen. Que no se cansen. http://www.rogelioguedea.com/blog/personal/la-guerra-que-viene-esta-aqui/

Libros de estos días

, Valéry Larbaud: Fermina Márquez. , T.S. Eliot: Criticar al crítico y otros ensayos. , Stephen Gilman: La novela según Cervantes. , J.G. Frazer: La rama dorada. , Marianne Costa, Alejandro Jodorowsky: La vía del Tarot. , Sergio Loo: Sus brazos labios en mi boca rodando. , María Zambrano: Filosofía y poesía. , Mircea Eliade: Tratado de historia de las religiones. , Julia Cameron: The artist's way. , Virginia Woolf: Un cuarto propio. , Tristan Corbière: Les amours jaunes.