jueves, 4 de agosto de 2011

Lucien Freud, de John Updike





Claro, el cuerpo es un asunto atroz,
en especial genitales y pies,
aunque el rostro no es mejor. Venas 
azules formando serpientes 
detrás de las manos, y qué ruina
la marmórea, transparente gordura 
de los muslos. Vale la pena ver 
después de siglos tales pesos 
coagulados (Pigmalión a Canova), 
del desnudo como forma externa 
del espíritu, flama blanca: Psique.

¡Con qué ligereza la Diana
de St. Gauden se sostiene en el aire
sobre un pie, lunar casi e imperturbada
por siempre! Pero no, la carne
nos arrastra; su planeta manchado,
ávido suelo del pintor,
tierra inocentemente fea, suena dormida,
pobre desnudez, ángel hundido, saco de flemas.

[Versión de Javier Raya.]

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