lunes, 26 de septiembre de 2011

Piedra es perder

Llevo una piedra bajo la lengua y otra entre dos dedos. Si hablo, me trago una; si duermo, tiro la otra. Pierdo de ambas formas. Una piedra es un secreto, la otra es un sueño. 


Nada me impide deshacerme de ambas piedras, pero no soy libre de tirarlas. El secreto consiste en conservarlas y perderlas a la vez, secreto que se revela a través de un sueño. 


Hay que soñar sin soltar la piedra. Estar despierto y dormido a la vez. Decir el secreto que se sueña y grabarlo en la piedra. 


Al despertar, leer la piedra. Ella te dará otro secreto y otro sueño. Y claro, dos piedras nuevas, que no eres libre de tomar o no tomar. En realidad no importa que las tomes o no. Ambas piedras te pertenecen, la del secreto y la de sueño, pero nunca sabrás qué hacer con ellas.


La decisión es absolutamente irrelevante, pero no eres libre de no decidir: debes decidir incluso decidir no decidir. De pronto estás despierto y tienes una piedra en la lengua, que se disuelve. Has estado aquí antes, y sabes que lo olvidarás apenas despertar. Está bien. Como si la vida fuera el sueño que soñamos en el momento de morir. 


Todo lo que veo es parte de un sueño o lo será. No me es dado descifrar el secreto, pero es necesario que conviva con él, que aprenda de su silencio de piedra, que utilice su idioma inventado. Y de pronto la piedra caerá de mi mano. Listo, no hay que matar a nadie ni seguir vigilando. Podemos morir. Ya está hecho. Podemos desaparecer, que es una forma de soñar en voz baja: en el rumor de la piedra que imita el rumor del libro.


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