lunes, 24 de octubre de 2011

Metonimia

No el tigre entero:
un salto
en silencio,
una raya,
un vuelco,

una herida.




Aquí hubo una historia que soñé,
y luego desperté.

viernes, 21 de octubre de 2011

Libros de estos días

Los libros poco a poco van ocupando el lugar que antes tuvo todo lo demás.

, Los patios de la nación, de Javier Norambuena.

, Poemas para fomentar el turismo, de Mara Pastor.

, Cometas, nómadas del espacio, de Yaxkin Melchy.

, La música en un tranvía checo, de Karla(tone) Olvera.

, Del mar es el ahogo, de Lauri García Dueñas.

, Huecos de araña, de Jamila Medina Ríos.

, Tombeau, de José Kozer.

, Horrorism: naming contemporary violence, de Adriana Cavarero.

, Estudios literarios, Paul Valéry.

, El disco de Newton, de Cristina Rivera-Garza.

, Yoga, de José Manuel Barrios.

, Naturaleza muerta, de Guido Arroyo.

, Carne, de Daniel Rojas Pachas.

, La conciencia de Zeno, de Italo Svevo.

, La sociedad sin relato, de Néstor García Canclini.

, El baile de las condiciones, de Óscar de Pablo.

, ¿Escribes o trabajas?, de Eduardo Huchín Sosa.

, Poemas escogidos, de Tilsa Otta.

, Rojo y negro, de Stendhal.

, Bagrejaponés, libro colectivo de Olga Leiva, Alex Piperno, Diego de Ávila, Santiago Márquez y José Manuel Barrios.

, Mi Emily Dickinson, de Susan Howe.


Tarjados de Ezra Pound al original de La Tierra Baldía y más versos (trad. y notas de Piero Montebruno. Edición caligráfica y compendio de traductores). Regalo de mi abuelx Javier Norambuena.

jueves, 13 de octubre de 2011

Sobre "Cometas: nómadas del espacio", de Yaxkin Melchy



El futuro será
escribir antes
de la escritura, pensar
como se escribe.
Mara Pastor

No entiendo de qué hablan los poemas de Yaxkin Melchy. No los entendí cuando comencé a leerlos en su blog, Ciudades Electrodomésticas en el 2008, no los entendí cuando comenzamos a intercambiar comentarios que eran como críticas desde la alucinación ni cuando nos enteramos, entre risas, que a pesar de habernos conocido en la Matrix de la blogósfera estábamos físicamente caminando por los mismos linderos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, donde se convirtió en uno de mis pocos verdaderos interlocutores y, a nuestro modo, en un amigo.

Digo que no entiendo los poemas de Yaxkin como una evidente provocación: los suyos no son poemas que conocen, sino que saben. Diferencia sutil: la visión de largo alcance de su trabajo, esa visión que admite la intercesión de un telescopio como aparato de la transvista, del despliegue transtemporal de los ojos, digo, no se cifra en los términos de una epistemología, de un conocer el objeto, sino de una sabiduría, de un ser el objeto.

Hay que acercarse a los poemas de Yaxkin con la misma imaginación que los antiguos tuvieron para con las estrellas: la atención sostenida del ojo sobre el cielo revela relaciones únicas, que están y no están implícitas en la organización del mapa astral. Una constelación se crea como ayuda de la memoria, como bandera invisible puesta en el cielo para constatar el hallazgo. Así también el libro.

Leo del mismo modo los poemas de Yaxkin incluidos en Cometas: nómadas del espacio, uno de los libros que hoy nos convoca a la celebración de su nacimiento, y que se inserta en ese marco telescópico de largo alcance, en ese Nuevo Mundo que Yaxkin vio un día y de cuya noticia hoy participamos.

Una constelación posible en el trabajo de Yaxkin tiene que ver con la historia. La paradoja de nuestra época es que el futuro dejó de ser algo que se esperaba: el futuro fue, enfatizo fue, algo que se canceló. La historia como medida del tiempo humano implica la narración de nuestro suceder. Si es verdad, como quería Lezama Lima, que en el espacio del poema se cumple el rigor de las eras imaginarias, y todos los tiempos confluyen en la página como en un convite, su ejemplo paradigmático es precisamente El nuevo mundo. Sospecho que no es una coincidencia, como todos habrán notado, que este nuevo libro de Yaxkin se presente justamente en una fecha tan icónica como el 12 de octubre.

Sería bien sencillo agarrarme de ahí para contarles cómo Yaxkin ha descubierto no sólo nuevos mundos sino nuevas galaxias, nuevos Cometas en el caso que hoy nos convoca, pero en cambio quiero proponerles una lectura diferente: este libro no podía presentarse en otra fecha, porque al estar aquí hoy participamos precisamente de una era imaginaria, de la superposición de un tiempo mítico que enlaza el azar de la llegada de Cristobal Colón a esto que sería inventado como América con el azar de un libro, en su acepción más amplia, el libro como la obra total, el libro como el testimonio de la atención sostenida sobre el mundo, y en Yaxkin, sobre varios mundos a la vez.

Hay que leer a Yaxkin además, también, por cierto, como una reinvención no del mito sino del decir mítico. Sus poemas y dibujos son siempre la aproximación a una forma de rezo que se interrumpe y se retoma. Cuando procede por repeticiones, es decir, cuando insiste en el querer ser gitano, en el no temeré, en la enumeración de los signos del mundo, en el inventario siempre interrumpido y siempre retomado de ríos, abejas, estrellas, girasoles, bombas, automóviles y zombis, cuando Yaxkin insiste en el catálogo imposible del Emperador chino, está interrumpiendo y retomando la voz de un decir ancestral, de esos viejos que interrumpen y retoman el sentido de las palabras de la tribu en torno al fuego.

Por eso es que no pueden entenderse estos poemas, cortarse con la espada del pensamiento racional, occidentalizante: tan lejanos a ese horizonte quedan los poemas de Yaxkin como el Enuma Elish mesopotámico, como el cuento de la resurrección de Quetzalcóatl que precede a su muerte, como el cuento de la creación del hombre azteca a partir de los huesos, como la ruina antes que la creación, como el efecto precediendo las causas. Como la física cuántica.



Además, también, por cierto, Yaxkin descubre su América en una época marcada por el signo del horror, por el signo de la sangre. La palabra mítica de sus poemas, sin darnos directamente la receta de una esperanza posible como suelen hacerlo los gurús al uso, opone a la violencia de su contexto la violencia de la ternura: los mundos de los Nuevos Mundos de Yaxkin están poblados de niños que juegan y descubren también, otra vez, por cierto, el mundo. Lo descubren a medida que lo inventan: ese y no otro es el sentido del juego, inventar la realidad poniéndola a prueba, siendo creado y destruido o destruido antes que creado porque la lógica brutal de la codicia aún no se ha plantado en la imaginación infantil.

La infancia es el espacio de la generosidad, cuando el mundo se abre pues que estamos vivos. No es gratuito que el hacedor de arte sea representado en el imaginario como un niño: en él cabe la crueldad que remueve las piernas a las hormigas y el asombro por la luz que se inventa cada mañana. También por el miedo: cada noche el mundo se cancela, el temor a la oscuridad reclama al niño y puebla lo invisible de símbolos que le devuelven, redoblada, su vulnerabilidad. Yaxkin escribe también desde el miedo a la oscuridad, desde ese miedo primordial de la especie a que el fuego se extinga. Y sin bravatas, sin charlatanería, con una conciencia tremenda de su propia vulnerabilidad, Yaxkin decide que no temerá (tres puntos) que no temerá (tres puntos) que no temerá (dos puntos), que ya la noche y la oscuridad, aunque amenazantes, son el lugar propicio donde otro mundo se puebla de estrellas, donde las constelaciones pueden unirse por las líneas demarcadas por un dedo o por las rendijas y cerraduras de los caracteres tipográficos.

Dos palabras sobre el puntilloso término “generación”. Entiendo generación como el contexto en que las obras se producen en un momento histórico dado, no como la circunstancia coyuntural de los escritores cercanos en edad o procedencia geográfica. Es un mecanismo para situar una obra en la historia de la literatura, una preocupación formal desde hace décadas. Pero la historia de la literatura es también, sobre todo, por cierto, otro avatar de las eras imaginarias. Lo que ignora la crítica de solapa y catálogo lo sabe Yaxkin, cuando se dirige en primera persona tanto a su pléyade personal, Huidobro, Vallejo, García Lorca, Bolaño, Verástegui, Zurita y tantos otros, como a sus amigos, numerosos y salvajes, Manuel de J., Aurelio Mexa, Nicole Delgado, Héctor Hernández y tantos más aquí presentes o presentes en recuerdo.

Aquí, decir generación es decir constelación: conjunto de estrellas (asumiendo la carga propagandística del término) en el azar de la organización estelar; estrellas, soles, nebulosas, planetas y, claro, Cometas: caracteres en la gramática de la noche.

El trabajo de Yaxkin es también un trabajo de creación de comunidad, con lo que nos propone un modelo no para el escritor del futuro sino para el escritor del urgente, doloroso presente: escribir es descubrir e inventar el mundo a cada paso, y en esa creación y descubrimiento se cifra la comunidad que viene. El proyecto implícito surge de un modo específico de orfandad que sólo el verdadero escritor conoce: la soledad irremediable de los sentidos frente a lo otro. En la historia de la literatura se han abordado las relaciones entre pares y contemporáneos en la forma del concepto de generación o en la conformación de cúpulas de poder fáctico o soterrado que vieron surgir en las vanguardias históricas su explicitación: programas políticos, manifiestos, obras con aire de familia o con franco tufo a repetición y angustia de pertenencia. Tengo, con Blanchot, que el escritor si es tal está furiosamente solo; pero puede existir también un reconocimiento de mutuas soledades, de sujetos que comparten su soledad, cada uno la propia. Más de uno ha dado en llamar a esa soledad compartida con el nombre benigno de “familia” .

El mito del lector, el del gran público, llega objetivado de repente en la forma de un andante que se detiene a escucharlos gritonear en una cantina o bar, en la forma de un encuentro fortuito con alguno de los libros de sus varios proyectos editoriales, o simplemente no llega y acaso no llegue nunca. Tengo para mí que varias escrituras del presente, entre ellas claramente la de Yaxkin, forman otra pléyade, arcas de Noé con los recuerdos del mundo que todavía no es, con los recuerdos del porvenir que decía Elena Garro, con las ruinas de lo que será. Ruinas desde las que la comunidad que viene puede surgir, como surgió la ciudad de México de sus destrucciones periódicas, tanto en 1521 como en 1985. Generación, contexto, arca, más cercana referencialmente a los videojuegos que a las novelas de Balzac, que creció, que crecimos viendo caricaturas y películas gringas de ciencia ficción y ninjas. No se supone que la poesía pudiera ser esto, no se supone que un país sea un zombi, no se supone que haya una mitología en los dibujos animados con los que crecimos. Llegamos tarde, algunos más que otros, a la literatura, a los libros, al contexto de la cultura oficial o marginal –que tanto tiene en su margen de oficialidad-, llevando a cuestas esa otra tradición referencial y poniéndola en relación con otras formas de cultura, con otros lenguajes, con otros decires a través de un dictum que ha sido para Raúl Zurita una poética infalible: sin pena ni miedo.

En términos de una epistemología literaria, estas obras salvajes, en plena formación, en pleno reconocimiento de sus propias capacidades expresivas, provocan a veces una extrañeza cercana al repudio, o por lo menos a la indiferencia. Crecemos y escribimos entre viejos prematuros, que esperan la ilusión del poder, el reconocimiento y el aplauso, es decir, la literatura como mecanismo de poder en lugar de la literatura como forma de vida. En el imaginario, el lector tradicional aún no entiende que 01100001 01101101 01101111 01110010 en el lenguaje de las máquinas quiere decir AMOR. Lo que hacen estas obras, y de nuevo, en un lugar de primer orden, la obra de Yaxkin Melchy, no es educar sino inventar a su lector futuro. Cometas en particular está dirigido a un lector potencial, a un lector que todavía no sabe que lo es. Obras que atentan (acaso en un atentado suicida) contra el lector tradicional latente en todos nosotros, contra ese que espera que la poesía, la literatura y el arte en general sigan siendo inofensivos y decorativos; que les dice, como Marty McFly en Volver al futuro, con ternura, con fe, con una forma renovada de esperanza: “tal vez ustedes no lo entiendan, pero a sus hijos [a los niños que ustedes serán] les encantará.”

[Texto leído en la presentación del Premio Interamericano de Poesía Joven Navachiste, 2009 (a Lauri García Dueñas por Del mar es el ahogo) y 2010 (a Yaxkin Melchy por Cometas: nómadas del espacio), el 12 de octubre de 2011 en el Centro de Lectura Xavier Villaurrutia, México DF.]

Un fin del mundo en cada punto.

Próximas lecturas - octubre y noviembre

[En el link está el programa completo del Festival Iberoamericano Vértigo de los Aires 2011.]


1) MISSION ACCOMPLISHED
Lectura junto a
Jamila Medina (Cuba) y
Wingston González (Guatemala)
Feria del Libro del Zócalo
Viernes 14 de octubre, 13:00 hrs.

2)

Presentación de mi Ordalía
(Colección Limón Partido, 2011)
Feria del Libro del Zócalo
Martes 18 de octubre, 17:00 hrs.

3)

Presentación del No. 41 de la Gaceta Literal
junto a (mi abuela) Javier Norambuena.
Cooperativa Tzikbal
(Pabellón Copilco, eje 10, local B225, 2o piso
frente a Superama de Universidad)
Miércoles 19 de octubre, 19:00 hrs.

4)

Presentación de Por los rasgos una bayoneta
(Col. La Ceibita, Fondo Editorial Tierra Adentro, 2011)
Presenta Karla(tone) Olvera
Museo del Estanquillo
Jueves 20 de octubre, 19:00 hrs.





5)

Presentación de Travelling de Fernando Trejo
y mi Ordalía en
Casa del Poeta Ramón López Velarde
(Álvaro Obregón, algo, Col. Roma)
Lunes 21 de noviembre (por confirmar)

Y pues eso. 

Lo invisible también está.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Fin de un mundo

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domingo, 9 de octubre de 2011

Utopía

El carácter de diario se convierte en un carácter específico de la literatura...
es el único diálogo posible que existe en el Estado total.
-Ernst Jünger.

, El maestro Federico Álvarez nos dijo una vez: tratar de leer unas 80 o 100 páginas al día, y escribir unas 2 o 3. Eso parecen hacer los escritores, básicamente, at its purest. La proporción de páginas puede variar, es cierto, pero se ejerce un alfabetismo funcional, y muchas veces es por simple mor de disciplina. Eso creo. Hoy me pasé casi todo el día leyendo y fui feliz (a la Cavarero, a la Butler, al Yaxkin, poquito Eliade), pero hacía días en que tenía los ojos demasiado cansados para leer. ¿Escribir? Ni pensarlo. Pero siempre leo y siempre escribo, aunque esté muy cansado. Porque nadie va a hacer tu trabajo por ti. Este es tu trabajo: no habrá consecuencias si no lo haces, pero no eres enteramente libre para abandonarlo.

, Curioso que Incendios de Hugo Arrevillaga y Incendies de Denis Villeneuve difieran tanto en momentos y episodios clave. Son maneras únicamente de presentar el proces anagnorítico, pero rescato la posibilidad de contar la misma historia de muchas formas y que siga siendo genial. Tan oulipesca que parece mi explicación que le queda muy corta a lo que infructuosamente explica. Estoy en shock aún por esas obras. Obras paralelas: una obra de teatro y una película. Ninguna abreva de la otra. Cuentan la misma historia, comparten imaginarios, pero son poderosísimas formas de decir de otro modo (maravilloso) lo mismo.

, Ayer vimos Un prophète otra vez. ¿La vi con Estrella o con Manchitas la primera vez? La vi hace mucho. Escuchar árabe ayer y escuchar árabe hoy, qué lujo.

El árabe y su temblor,
su salvaje elegancia,
su rumor de pájaros
(escritura de alas, de alambre)
que en el centro de las cosas
celebran un dios oculto.

, Biblioteca Central, UNAM. Frustrante, sobrepoblada, sucia. Frustrante porque si necesito algo de los pisos superiores, cierta incompetencia mía se alía con un azar nefando y rara vez encuentro lo que busco. Pero lo que no busco me encuentra. Lo demás es sólo defecto de una población estudiantil inmensa, aún en domingos. Con todo, prefiero ir en domingo a ir entre semana. El tiempo está enredado en el árbol de aguacate del jardín los domingos. Los demás días es un jardín urgente, pero hoy no. Las ardillas pueden meditar sobre las piedras sin peligro. Uno puede hacer una chispa a la sombra de la enredadera para fumar y leer, e iluminarse un poco. Alcanzar la sabiduría, modestamente y sin prisa. Callar a placer. Callar todo lo que se quiera.

, Sucede que estoy demasiado cansado. Sucede que no tengo ganas de aguantar a nadie. Sucede que puedo ser encantador, pero que no soy el puto Buda y la paciencia se me agota. Sucede que si decido pasar tiempo con alguien no es porque deba hacerlo. Sucede que si me cancelas demasiadas veces entras a mi lista negra: no respetas mi tiempo, no tengo mayor interés en ti. Eso me lo enseñó Ed., entre otras cosas. Tengo muy poco tiempo disponible para no hacer nada, y no lo perderé esperando a nadie. Caraxo.

, Para mi empleo escribo unas 10 cuartillas diarias. En mi diario, esa forma de literatura privada o diálogo con el otro en uno mismo, escribo dos o tres. (Pantallas, pantallas. Putas pantallas. Puta luz y puta migraña.) Allá escribo sobre videojuegos. Creo que no hay público más difícil. Es una industria noble, con todo lo que tiene de voraz: nadie puede obligarte a jugar videojuegos. Pueden ponerte a Britney Spears o qué se yo en la tele, en la radio, en la comida, por amor de dios, pero no pueden ponerte un control en la mano y hacer que lo uses. [Sí pueden: hace tiempo se descubrió que hay cárceles clandestinas en China donde los prisioneros son forzados a farmear oro para World of Warcraft. Ni los videojuegos son inocentes.] El tiempo que me queda para escribir lo mío lo ocupo escribiendo lo que escribiría si escribiera. Como este post. Como este blog, en su mayoría. Espero devenir escritura alguna vez, escribir en serio.

, Almuerzo con J.K. pronto. Ojalá que D. estuviera. Que ciertas constelaciones de iniciales se encontraran.

, Todo en Twitter es ser comercial de uno mismo. Antes (donde "antes" indica hace poco más de un año), las fiestas eran divertidas y aún no se volvía esta vaina de mercadotecnia sobre públicos cautivos. Si estuviera en campañas sociales o BTL en publicidad probablemente haría lo mismo: tomar a alguien con miles de seguidores y decirles que venda cosas. Pero hay dos cosas que me cagan aquí: la idea de que tus compas (incluso algunos que consideras amigos) te vendan mierda que no necesitas. Y segundo: que crean que eres idiota y lo disfracen de "tuits" casuales. Coño, Twitter dejó de ser divertido hace tiempo, pero esto es demasiado. Un día alguien se va a cortar un pie en tuitcam por llamar la atención. Y pues ojalá le duela.

, Estoy obsesionado con esta canción:



Tomar distancia del presente. Pienso en David Lynch, claro. Está Los Ángeles, los retazos de sentido del video, su distancia emocional con la música. Vuelve glamuroso, casi épico, algo más bien vulgar: todo un logro. Si la música popular es la representación de la visión de mundo de la gente, este lugar es una utopía honesta. Utopía, hoy, es lo que fue. Pienso esto, lo escribo y me da pereza que mi generación va a reciclar hasta la nostalgia por Utopía. Ni siquiera perdimos el mundo para nosotros. Ya estaba todo perdido desde que llegamos. O en vías de. Debatíamos ayer el Meme y yo sobre si tenía los labios operados o no. Seguro que sí. Pero está bien. Es la encarnación del imaginario tumblr. Coño, debo pedir una beca para que me paguen por analizar esos 4'50. Sí funciona así, ¿no?

, Lo que está escrito debajo de muchos escritos es "ojalá no se muera nadie que quiero".

, --¿Tres colecciones de poemas publicados en un año y "quiero devenir escritura"? No me jodas, Raya --me dice mi conciencia. --Tienes material como para publicar un libro no demasiado pinche cada seis meses por cuatro años. --Calla, perra --le respondo a mi conciencia. Todavía no escribimos nada. Todo está por hacerse. Todo está por escribirse. O, como se dice, aún no hay nada escrito.

, Quiero creer que puedo hacer mi parte para construir comunidad. En las coordenadas de comunidad que viene, que dice Agamben, está una ontología relacional que ulteriormente lo que quiere es salvar al mundo. Coño, sí, yo también quiero salvar al mundo. Aunque el mundo no quiera ser salvado. También quiero hacer mi parte. Por eso es más encabronante recordar que el mundo es gente. Y que 3/4 partes del día odio personalmente a cada uno de ellos. ¿Y si comienzo a hacer mi parte intercambiando mi lugar por el lugar de mi escritura, como aconsejan el Canetti y Blanchot? ¿Cuál lugar? Utopía, siempre. El de la escritura posible.

, Heaven is a place on Earth with you.

miércoles, 5 de octubre de 2011

El nuevo Noé - Adonis ('Ali Ahmad Sa'id Esber)


Viajamos sobre el Arca, entre el lodo y 
la lluvia; nuestros remos, promesas de Dios.
Estamos vivos, y el resto de la Humanidad muere.
Viajamos sobre las olas sujetando 
nuestras vidas a las amarras
de muertos que inundan los cielos.
Mas entre el cielo y nosotros hay una abertura,
una tronera para súplicas.

"¿Por qué, Señor, nos has salvado
de entre toda la gente y las creaturas?
¿A dónde nos llevas ahora?
¿Hacia tu otra Tierra, a nuestro Primer Hogar?
¿Hacia la hojarasca de la Muerte, 
a los vientos de la Vida?
En nosotros, en nuestras arterias, fluye miedo al Sol.
Desesperamos por la Luz,
desesperamos, Señor, por un mañana
para comenzar otra vez la Vida.

Si tan sólo no fuésemos almáciga de la Creación,
de la Tierra y sus generaciones,
si tan sólo fuéramos simplemente Barro, Brasas
o algo intermedio,
no tendríamos que ver
este Mundo, este Señor y su Infierno
nuevamente."

2

Si el tiempo comenzara de nuevo
y las aguas hundieran el rostro de la vida,
y la tierra convulsionara, y ese dios
viniera a mí, implorante, "¡Noé, salva a los vivos!",
no me molestaría en atender su solicitud.
Viajaría sobre mi arca, removiendo las piedras
y el barro de los ojos de los muertos.
Abriría las profundidades de su ser al diluvio,
y murmuraría en sus venas
que hemos vuelto de la espesura,
que hemos salido de la cueva,
que hemos cambiado el cielo añoso,
que navegamos sin entregarnos al miedo--
que no prestamos oído a las palabras de ese dios.
Nuestra cita es con la muerte.
Nuestras costas son una desesperación
familiar y placentera,
un gélido mar de pesadas aguas que vadeamos
hasta los confines, impertérritos,
obviando ese dios y su palabra,
añorando un señor diferente, nuevo.

[Versión de Javier Raya.]

Bocanada

Nada que decir: decir nada, activamente.

Hallar si no un lugar en la escritura, al menos un camino. El lugar a donde lleve no tiene la menor importancia.

La escritura es el lugar de lo que no tiene importancia. Escribir es estar yendo. Escribir es un gerundio en calma.

No hay dónde en la escritura, hay desde dónde.

Se habla y se habla del silencio. Dejan de pasar autos 20 segundos por el Viaducto, y en el aire pesa la redondez del mundo.

La palabra puede ser un arma, un espacio, una herramienta, un jardín o lo que se quiera, ¿pero qué pasa si la palabra de pronto exige conservar su redondez de planeta imaginario? ¿De asteroide no descubierto?

Estar diciendo nada no es lo mismo que callar. Se calla haciendo chocar los nombres de las cosas hasta que dejan de haber cosas; pero se dice nada (néant) para dejar que las cosas (y, por ello, las palabras), sean.

Prístina sin asidero la palabra ahí, bocanada.

¿Y si también, sobre todo, las cosas son las letras del libro del infinito?

Nada hay en esta boca: todo está por decirse.

.

domingo, 2 de octubre de 2011

Horror y milagros

, El milagro es la coincidencia del azar con el deseo. El problema empieza cuando el azar, en su ser la suma de posibilidades, al cumplir el deseo, excede nuestra capacidad de recibir. Entonces nace la dignidad. Es más o menos lo que tengo que decir sobre Incendios, de Wajdi Mouawad, un evento teatral que se sigue presentando un par de semanas en el Foro Shakespeare de la ciudad de México. Pero no es lo único que diré.


, Hoy un reportero curioso del canal Cadena 3 (canal 28 en México) cito a varios exponentes de la escena de slam poetry defeña en Casa del Lago. Parece que será un reportaje a transmitirse el próximo sábado, a la una pe eme, creo. Esperé el momento para llegar "adecuadamente tarde". Antes de llegar, recibí un sms de la Señora que Sabe. Mientras contestaba, pasó junto a mí, a la mitad de Reforma, uno de los actores de Incendios. Lo saludé, le agradecí por la función de anoche, y hablamos brevemente sobre la puesta y la adaptación cinematográfica dirigida por Denis Villeneuve. Sólo hasta que contesté el sms, me di cuenta de lo absurdamente inverosímil que son este tipo de eventos. ¿Quién podría creerlo, cuáles son las probabilidades en la ciudad más poblada del mundo? Las nupcias del azar con el deseo, de maneras que superan mi comprensión. No me ocupa que nadie crea mis historias. Lo que cuento es lo que tiene una traza verificable; lo verdaderamente increíble sólo compete a los que lo viven. Son las novelas secretas.


, Sigo regalando libros como si se dieran en los árboles. Claro, son ceibitas, pienso. Técnicamente son árboles. Ayer lo vi por primera vez en una librería, la del Educal de la biblioteca Vasconcelos. Se siente raro, bonito. Se siente. Es el primero de muchos, D.


, El viernes C. me prestó Horrorism: naming contemporary violence, de la filósofo italiana Adriana Cavarero. La recepción de la violencia tanto en el cuerpo, en el llamado tejido social, y también en sus modos de representación, recibe en este lúcido ensayo un tratamiento sensible, desde la raíz de la palabra. Pensamos que el terror y el horror son formas cercanas en la constelación del miedo, sin notar que la "guerra contra el terror", y esta, nuestra guerra contra el narco, dejan sin tocar la zona de las víctimas: el horror, la parálisis frente a lo que no puede digerirse, precisamente porque atenta contra la entraña, contra lo humano. Traduzco un fragmento:


Las crónicas de estos tiempos nos proporcionan algunos casos ejemplares para el repertorio del horror. Luego de ser llamado para identificar los restos de su hija --una joven chechena quien se hizo estallar con un cinturón de explosivos-- un padre declaró: 'Todo lo que quedó de mi hija fue su cabeza. Su cabello estaba enredado, como si la hubiera despeinado el viento... Fuera de la cabeza, todo lo que quedó fue un poco de hombro, y parte de un dedo con la uña. Lo puse todo junto en un paquete. Todo lo que quedó de Ajza fueron cinco o seis kilos, nada más." Es un fenómeno bien conocido que la detonación de un explosivo pegado al cuerpo pulveriza el abdomen y separa la cabeza limpiamente; también el caos en la escena de los asesinatos masivos, que hace difícil reunir cada pedazo de los cuerpos de las víctimas para contarlas e identificarlas. Dada la dificultad de la operación, los miembros de víctimas y perpetradores frecuentemente se mezclan. El cuerpo deshecho (separado por la explosión, vuelto partes) pierde su individualidad. La violencia que lo desmiembra atenta contra la dignidad ontológica que posee la figura humana y la vuelve intolerable a la vista. Más repugnante que ninguna otra parte del cuerpo, la cabeza, de los restos, el más claramente humano, en el que un rostro individual aún puede verse.
***
La iconografía de la Revolución Francesa volvió familiar para la muchedumbre la exhibición de las cabezas separadas por el verdugo.A pesar de la repetición del acto, los horrores de la época presente rompen con la racionalidad mecánica tan valorada de la guillotina. Tomando a la víctima indefensa por el cabello, de pie, en el ángulo derecho de la cámara de televisión (y por tanto, de la audiencia mediática internacional), el verdugo moderno corta la cabeza con un cuchillo. Más que removerla sencillamente, el crimen es escenificado como una ofensa intencional contra la dignidad ontológica de la víctima. Evidentemente, la cuestión aquí no es tanto matar sino deshumanizar brutalmente lo que hay de cuerpo en un cuerpo, destruyendo su unidad figurativa, manchándola. En un acto que ataca a lo humano en tanto humano, los carniceros abrazan el horror con convicción. Como si la repugnancia que el horror provoca fuese más productiva que el uso estratégico del terror. O como si la violencia extrema, dirigida a la nulificación de los seres humanos más que a su asesinato, hubiera de recaer más en el horror que en el terror.
[Cavarero, Adriana. Horrorism: Naming Contemporary Violence. Columbia University Press, NY, 2009.  p. 9.]
, Alzatti dibuja bonito. Tiene un cuaderno bellísimo de dibujos, en técnica "bic sobre papel". Ella, Rojo y yo caminamos durante horas bajo un cielo nublado. Este cielo tan frío de octubre.


, Desde el encuentro de Puebla (del que tengo poco que decir, me emocionaron algunos con los que me encontré, me alarmó más sentirlos tan viejos, niños todos ellos), no dejo de leer a Pavic. Allá compré El último amor en Constantinopla, y regresando leí de nuevo Siete pecados, y voy empezando Segundo cuerpo. Va bien. Me asombra regresar a Italia, de donde el Vértigo de Sebald me dejó tan poco. Me dijeron que a Sebald había que tenerle paciencia. Pero ni que fuera a vivir cien años para semejante pereza. También la Cavarero me llevó de vuelta a un idioma bellísimo, que adoro. Pero por ahora, sólo Pavic. Seré serbio y me haré con rudimentos de serbio, espero, para finales de este año. Su poesía no está traducida. Lo dije por tuiter y un reportero me contactó: resulta que vivió en Montenegro y tiene una pequeña colección de literatura serbia. El deseo, de nuevo, se topa de frente con el azar.


, Poema cursi en la mañana. Creer que un poema puede ser un chaleco antibalas no detiene ninguna bala. Pero hay que anteponer al horror, a esa parálisis, el movimiento. Hay que latir, aunque a veces el latido sea torpe. Hay que querer aunque no sepamos cómo. Hay que querernos y morirnos queriendo. Aunque sea.


, Cumpleaños de la Señorita P. y de Mario Anieva. De C., ayer. De Fernanda, de su casa, de Ceniza que ya tiene un año, de ver a Nico, de hacer un fuego enorme en el centro del patio, de la visión del fuego en la madrugada, con sueño, con tanto cansancio.


, No me trabé en la entrevista. Héctor, que justamente pasaba por ahí, dijo que la estatua de León Felipe se parecía a Ginsberg. Sí es cierto.


, Mes del festival Vértigo de los aires. Semana de los MTV Game Awards, al que debo ir por mi trabajo. Fin de semana de amigos, de libros, de reencuentros. Días raros. Años raros. Vida rara. Mía. Con eso tengo para dormir en paz.


.

Yo no te puedo querer igual en la guerra

Yo no te puedo querer igual en la guerra.
Yo no te puedo seguir queriendo
como si nadie se estuviera muriendo.
Yo no te puedo querer igual 
frente al rostro sin ojos de la muerte.


Yo no te puedo escribir un poema de amor,
hoy, que no sea de algún modo
un poema de muerte.


Yo no sé si alguien puede seguir escribiendo
poemas de amor
que no sean, a su modo,
poemas políticos,
con todo lo que detesto
los poemas políticos
y casi todos
los poemas de amor.
Con todo lo que detesto
en general, los poemas
y a todos los putos poetas.


Yo no sé cómo la gente
puede seguir escribiendo, o sobre todo
cómo puede seguir queriendo.
Queriendo hasta que uno se muere.
Uno o el otro.
Uno y el otro.
Aunque por querer
uno se muera
en el otro.


Pero sin adjetivos te quiero,
te tengo que querer,
me tengo que forzar a quererte.
Me tengo que forzar 
a escribirte que te quiero,
a guardar un pedazo humano
(una mano, un hueso húmero)
en el fondo del poema
para quererte desde esa mano
o desde ese hueso
que protege esta palabra
que late como una tripa
desde este cuerpo
que los asesinos del mundo
todavía no se llevan.


Me tengo que forzar a quererte
porque si no
ellos habrán ganado.
Tengo que quererte
como si no fueran a matarnos,
como si no nos fueran a matar
nunca, 
con la misma urgencia
que tendría de ti
si fuéramos a vivir para siempre.


Yo entiendo poco de política,
muy poco o casi nada
de literatura mexicana del siglo xviii
(que me parece soporífera).
Odio las ciudades,
odio el campo,
odio cada una de las flores amarillas
de la carretera, profunda
personalmente.
Yo no salvaría
ni siquiera uno o dos ríos,
y no me ocupa
que a dos o tres nombres propios
se los lleve en buena hora el carajo.
Pero te quiero,
y casi es posible
que lo único realmente bueno
de mi parte a esta parte
sea quererte salvaje,
cruel,
violenta,
brutalmente.


Yo no te puedo seguir queriendo igual en la guerra,
aunque esto ni guerra sea.
Yo no te puedo seguir queriendo igual
en el horror;
en el horror
tengo que quererte
también,
sobre todo,
por lo que todavía queda de mundo
sin horror.
Porque estás en el mundo
y el mundo es horroroso, lo cuál,
en mi libro,
hace del mundo un lugar digno.
Un lugar posible.
Algo que todavía no se inventa,
porque lo que todavía no nace
está libre del horror y de la muerte.



Yo no sé cómo la gente
puede seguir escribiendo, o sobre todo
cómo puede seguir queriendo,
pero te voy a seguir escribiendo
que te quiero
de todas formas
porque pues el amor no es un saber,
ni que fuera hermenéutica,
el teorema de Fubini
o una bomba por armar;
porque pues el amor es amor.
O algo.
Y así.



.