viernes, 19 de julio de 2013

Otro toro

La luz al final del túnel será la enceguecedora, la de la calle. Te acostumbras rápidamente al laberinto de aire del afuera, al tránsito y la anonimia civil, a las formas de conducta correcta con los extraños.

Podrían ser el decorado de una tienda departamental, robots u hologramas; como fuera, forman parte del paisaje, se organizan en curiosas mareas como pájaros u hojas secas. Se miran --nos miramos-- con desconfianza. No hay motivos para dudar de la gentileza de los extraños; tampoco para garantizar sus buenas intenciones. Una sana sospecha, te dices, una mínima distancia a través de cada uno de los actos cotidianos que te haga parecer inofensivo ante el ojo del otro, que a su vez sospecha de ti. Teatralizar una tos naturalísima, una poca de cojera, una herida mal curada en los flancos.

Escondiendo el puerco dolor de donde los demás pudieran verlo, pero sin envolverlo tan bien que no se note su resplandor podrido. Caminándolo, resguardándolo, como un niño o una hoja de papel de la lluvia.

Pero camina rápido. Que nadie te mida las huellas. No estás paranoico, pero bien puede ser que alguien te esté siguiendo. Nadie que hiciera bien su trabajo trataría de secuestrarte, claro; pero desconfías de los exnovios celosos. De las viejas rencillas de borrachos. De los pleitos jurados que llegan a término, que vencieron y que se amontonan en la cola del desaguadero. Ellos pueden ser los que te siguen, de los que te desprendes en una carrera imaginaria, los acreedores del amor mal pagado, haciendo erráticas figuras entre la multitud; comparados con la tuya, su velocidad es una forma de la inmovilidad, pero no se notan unos a otros, y sabes en el fondo que no son ellos. Un zumbido más no suma al avispero.

Al menos durante el día.

Por la noche se trata de un ecosistema totalmente distinto. El afuera del día se vuelve encierro: los que caminan por las calles en la madrugada están encerrados en el afuera, los unos con los otros, como sobre una rejilla del metro por donde se filtra hacia la superficie un poco de calor y un grupo de niños de la calle se amontona sobre periódicos y cartones. Hay lugares con imán, hoyos negros. Los puestos de tacos, los sitios de taxis, las tiendas abiertas 24 horas, las luces de los policías: puntos focales para la carrera de relevos de la mirada paranoica.

Saber qué decir, ser local en todas partes, reaccionar con naturalidad a los extraños. Tú eres de aquí, tú vas pasando por aquí, no importa quién sea el interlocutor. Los malandros y la policía funcionan bajo códigos similares, reaccionan ante las mismas sospechas y obsesiones básicas, creen que escondes cosas que no escondes en los mismos bolsillos. No les disputes nunca la autoridad, eso lo aprendiste pronto. Ni a los ladrones ni a los policías. Ellos tienen la razón, se juega todo bajo sus reglas. Ellos tienen un arma y tú estás en la calle al tiempo que ellos. Nadie puede culpar a nadie.

Pero ellos no son el enemigo en realidad, son un obstáculo. Hay que desembarazarse pronto. Nunca salir con mucho dinero, pero tampoco sin nada (pueden darte una golpiza en cualquiera de los dos casos). Hay que compartir lo que se tiene, sea un malandro o un poli. Cigarros, sobre todo. Un billete de baja denominación. Estos zapatos no valen nada, mírelos nada más. Pero todo esto se puede evitar con una frase comodín como "Buenas, jefe". Bajas de categoría en su radar si eres el primero en hablar, pasas desapercibido más fácil. Tal vez te conocen y no recuerdan; tal vez te detuvieron ya, te preguntaron si ponías para la siguiente caguama. Ya te pasaron báscula antes, no se acuerdan cuándo, pero mientras hacen memoria o se extrañan frente al saludo de un extraño tú ya pasaste.

Tal vez no te pondrías en esas situaciones si estuvieras más ocupado. Si aceptaras más trabajo. Si te quedaras más tiempo en casa. Si vivieras con alguien y alguien se preocupara por si llegas y en qué condiciones. Pero estas situaciones se siguen produciendo porque la noche funciona con unas reglas mucho más interesantes que la inercia productiva del día. Y nunca faltan buenas charlas. Ya no es ni siquiera necesario beber. Las drogas enturbian, restan atención. Es necesario otro entrenamiento, otras velocidades para entrar y salir de las agendas diurnas y nocturnas, para mezclarlas, barajarlas hasta dejarlas irreconocibles como día o como noche, hasta lograr desvanecer la barrera entre sueño y vigilia.

Insomnio no es. El insomnio es una coartada. El insomne es el que no sabe por qué no quiere dormir. Pero yo tengo muy claro por qué duermo y por qué no duermo. Al menos eso lo tengo claro, lo demás no tanto. Pero ambas categorías --sueño y vigilia-- nunca dejan de evaluarse mutuamente y de mostrar una sospecha tan incuestionable que se vive en una paz armada con el estado de realidad. Le vas a llamar mañana y decirle que soñaste con ella, pero ella te dirá que eso pasó hace 3 días en su casa, o que leyó en el Facebook de alguien que esa historia es de un manual de mecánica del siglo XVIII. Esas cosas pasan. No importa de dónde venga la información mientras se siga mezclando. Al menos la información tiene referencias, la realidad no.

Te quedas esperando a Rafa y a Frank. Llamaron hace una hora y venían a pie. Puede que vengan en camino, que los hayan detenido, que los hayan asaltado o que no vengan, porque se quedaron en la fiesta o dormidos. Las opciones son finitas y no se contraponen con tu posición de ser el que espera. Se te ocurrió citarlos sobre el Eje porque está más vigilado a esta hora, es cierto. Este punto en particular, donde está el sitio de taxis de los dueños de los puteros y de las ficheras que suben a otro y otro taxi para seguir la fiesta en otra parte, o para convencerse de que duermen, para no caer en la tentación de soñar que siguen bailando.

Además sólo ahí se puede encontrar comida a esta hora. Tamales y atole. Eso o cacahuates y pastillas de menta. Espero 10 minutos y me voy. No tengo hambre. Parece que no va a llover otra vez. Me atravieso a comprar cigarros en el K. Dos más se acercan con una caguama vacía. "A reponer los muertos", dicen o les digo, no importa. Estamos en la misma fiesta, no importa que nunca nos viéramos antes. Esa es la complicidad básica. Bajamos un poco las defensas a través de la cortesía sólo para mostrarle al otro que somos tan inofensivos como él. No tengo idea cómo lo hagan las mujeres, pero seguro será más sofisticado. No sé si una chica de la facultad saldría inerme a estas horas de estas calles, pero ningún vago se atrevería a chiflarle a la fichera que va saliendo con su abrigo largo, unas cuentas rojas rozándole los altos tobillos encasquetados en sendos tacones de aguijón, a la que le cierran la puerta del taxi y le prenden la luz para que se ajuste el maquillaje --siempre excesivo, siempre innecesario, casi teatral, como el de cualquier mujer que usa maquillaje de día-- y se pierden manejando en la calle vacía, fingiendo una prisa que el taxista finge a su vez.

Una fuga.

Y ya pasaron 20 minutos y estos cabrones que no llegan.

Será volver a casa, rebuscar en el bolsillo --ese escroto secundario, que dice Deniz-- por las llaves y entrar sin que nadie nos mida las huellas, e incluso al entrar al vestíbulo del edificio dudar si no hay alguien que nos espere franqueándonos las esquinas; luego de dudar rápidamente de la posición de cada sombra, dudar una vez más en el rellano de cada piso, de cada pasillo. Podrían estar, aunque sabes que no estarán. Hoy tampoco. ¿Quiénes?, no sabes. No importa. Es necesario cuidarse de ellos. Incluso después de entrar a casa y echar el pestillo. Después de dejar las llaves en la repisa y el saco sobre la silla. La precaución al encender la luz de la habitación no mengua; imaginas sombras que te saltan realmente encima desde las esquinas, pero nada de ellos. E incluso al cerrar los ojos dejar que el oído siga vigilando un poco más. Sólo por si se les ocurre esperar a que te duermas para venir.

Que no te atrapen desprevenido, esa ha sido la consigna desde siempre, pero francamente ya estás cansado.

Tanta precaución te hace sospechar, a tu vez, que toda esta vigilancia y práctica de la atención es una forma de desear que te atrapen. Que te atrapen cómo o por qué, tampoco importa. Todo lo sabremos a su tiempo. Es de lo que se trata al final para los cristianos y ni siquiera la superstición del pecado original pueden tomarse en serio. La culpa a priori. El efecto precediendo a todas las causas. La condena antes que el delito. Porque sabes que al menos has estado encerrado aquí afuera, con ellos. Con ellos, pues, como diciendo con ustedes. Pero después de que te pones los párpados en su lugar como las alas de una enorme cucaracha, ya estás sólo verdaderamente con ellos. Todas las precauciones acaban. Empiezas a soñar. Sabes que estás soñando incluso antes de estar dormido, balanceándote en la frontera del estado alfa. Y sueñas que caminas en una calle larga donde un camión de pollos está descargando floreros llenos de medusas. Te dices que es extraño, pero que a fin de cuentas la orina que neutraliza el veneno de las medusas es de un olor muy parecido al del pollo. Te das cuenta que estás soñando y caminas más rápido hasta que la velocidad se vuelve una forma de la fijeza. Ya puedes estar en más de un lugar al mismo tiempo. Ya eres también los que te persiguen, y puedes anticiparte a tu propia vigilancia.

Y al menos en el laberinto transparente el monstruo y el héroe se saludan con indiferencia, pero sin rencor, a través de sus paredes invisibles.

a Tania

sábado, 13 de julio de 2013

27 sueños

24/3/12

Peleo con Juan Villoro en Tuiter. En algún momento hay un barco "que se mueve como un temblor". Termino durmiendo desnudo en la calle.

29/3/12

Al dormir, "escucho" la voz de un árbol, pero aún estoy considerablemente despierto. En algún momento del sueño me cojo a la virgen María. Al final del sueño tengo barcos y estoy sentado en el set de Cat in a hat, obra que no conozco.

30/3/12

Comercial sobre el voto (electoral) de los muertos. Un video de Jamila promoviendo sencillamente el amor, el amor sin atenuantes ni desvíos.

3/4/12

Canto un blues con Tommy Lee Jones e Ian McKellen. Visitaba después al dr. Peña Nieto quien me contaba de una aventura de mirreyes en el súper. Perdía mi libreta, un libro y a mi madre en un enorme mall. Una fulana trata de hacerme plática en una fiesta, sin éxito. Voy manejando con mi padre después y sé que voy dormido porque papá nunca conduciría un auto con tal impropiedad. Consciente de mi nueva condición, destruyo un jardín hermoso sólo para demostrarme que puedo.

7/4/12

Gente apuñalada por la calle. Parece como si hubiera caído una tromba de cuchillos. Un viejo, especialmente, tiene la cara arrugada como un corazón ensangrentado y no tiene miedo a la muerte.

8/4/12

La lluvia se cuela por el techo y rompe unos huevos que están sobre la mesa de noche. Parece que voy a tomar una colina, en el sentido militar del término. Luis es mi flanco de apoyo y capitán de nuestra notable caballería.

17/4/12

Ryu y yo peleamos. Hacemos mierda un templo en el proceso. Me cuenta que debe viajar buscando a los mejores peleadores del mundo; le respondo que yo me dedico sencillamente a esperar a que vengan a retarme. Andrea es Ryu.

18/4/12

Perros, mota, samuráis.

28/4/12

Una carretera sobre una montaña nevada. Estoy con una chica a la que quiero y que adopta rasgos de distintas mujeres. Hay varios conflictos y peligros. El tránsito es desigual. Hay mucha gente.

1/5/12

Dormí profundamente y soñé mucho. No recuerdo nada.

2/5/12

Un tipo me dice que es la segunda vez que sueño con gatos. Tengo cicatrices hondas en los brazos, pero no veo gatos por ninguna parte.

11/5/12

Rex y yo adquirimos un nuevo respeto el uno por el otro al descubrir que el otro también sabe de la existencia de cierta partícula en el coño femenino que permite cambiar la percepción del tiempo. Me balanceo sobre una soga que se rompe y caigo en un mercado. Quiero comprar papaya, pero está muy cara.

12/5/12

Instrucciones para despertar durante una pesadilla: Imaginar que alguien, en alguna parte, se está lavando los dientes con nuestro cepillo y debemos impedirlo.

20/5/12

Jerome Rothenberg. Volar.

Siesta

Fear and loathing con Obama. Recorremos ciudades, gastamos dinero estúpidamente. Necesitábamos $250 USD para llevar a unas chicas a la playa. Tremendo pinche pagafantas.

22/5/12

-Qué tentación.
-¿Cuál?
-La de la vida.

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Seguir atentando.
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10/6/12

Sueño que no hay paz para quien encuentra insuficiente el infinito.

Siesta

Me identifico con la figura de un títere. Estoy afuera de una biblioteca mirando una colección que exhiben en el jardín. Un tipo me dice algo y le grito. La gente ríe. Salgo campante. Atravieso una calle larga, puede ser el cruce de Yucatán y Monterrey, en la Roma. Vienen los autos pero no puedo correr, mis pies son de trapo. Mis manos me impulsan. Apenas llego a la otra orilla (debí dejar que me arrollaran). Luego, del techo de la biblioteca resbala algo que parece ser un sleeping bag, mismo que recupero. Es sólo una especie de almohada que se pliega como una hoja de papel.

18/6/12

Thich Quang Duc me deletrea su nombre. Camina conmigo. Me habla y no importa lo que diga, sé que estoy en presencia de la divinidad.

31/1/13

Sueño: volver a clases. Hacer preguntas impertinentes.

29/4/13

Bombardeo con mortero de piedras. Estoy con una comunidad de niños africanos. Estamos en el patio de una pequeña escuela pintada de azul y las piedras caen como bombas, rompiendo niños como si fueran esculturas de papel. Cuando trato de cargar sus cuerpos macilentos se me disuelven en las manos como cenizas. Las maestras los esconden en un sótano, a todas luces demasiado pequeño para que quepan todos. Temo que mueran de asfixia. Es una guerra tribal, probablemente en Ruanda. Pienso en La rebelión de los negros.

21/3/13

Ser el albacea literario de los mosquitos. Incluso permite hablar sobre la diferencia via zumbidos. Los mosquitos hablaban sólo de la desaparición.

3/5/13

Mitzi se casa con el guitarrista de los Bunkers, el novio de la Caro. Escriben un libro y lo presentan en la boda. Osvaldo no se me despega y me tiene chato. Pienso en chileno durante el sueño. Le digo que le voy a partir la cresta al hueón culiáo. Laberintos verticales, escherianos. Ayudo a la novia a subir a través de ellos, le doy impulso. En algún momento estoy sencillamente a solas en el desierto, aullando.

6/5/13

Sueño que Ricardo Piglia muere en su departamento de Nueva York. Moría en su escritorio.

14/6/13

Sí soñé pero hice un enorme coraje con D. al despertar y olvidé todo el sueño. No puedo seguir así. Amanecí con una dolorosa erección.

17/6/13

No sé si es sueño pero al despertar escucho el Köln Koncert de Keith Jarrett que llevo días queriendo escuchar.

La muerte es quien ocupa "El Otro Lugar", ese donde yo no está, y que no puedo ocupar; paradójicamente, todo fuera de mi cuerpo es también no yo. Incluso a ratos mi cuerpo es no-yo, como cuando beso a X... y ya no sé quién soy.

26/6/13

Sueño que el amor es un secreto para salvar al mundo. Funciona como un código cuya operación es tan delicada que por lo general fallamos --no puede culpársenos, es como dejar un transbordador espacial a las órdenes de una gardenia.
Grutas montañosas, montaña de piedra imán. Hacen carreras de moto, los esbirros de la muerte. Llevan cascos hechos de huesos humanos y a pesar de la oscuridad puede verse que hay huesos enterrados (¿o floreciendo?) de la superficie metálica. El terreno es inestable. Pienso que es tan difícil esconderse aquí como en un escenario. Las motos rugen y pasan volando sobre mí, sin verme. No hay luna ni sol, los cuáles busco para ubicarme, por lo que me doy cuenta de que estoy soñando. Juego a perderme entonces. Cuando lo consigo el escenario se diluye y T. aparece; me dice que está en el sueño conmigo. Que nadie va a tratar de sacarnos de ahí.

28/6/13

Seminario de filosofía. Hago un foursome con Steven Tyler y dos morras hermosas. Afuera hay un festival de reggae. Estamos en un motel de paso, parece el festival Burning Man. En el escenario principal había una lucha a muerte entre un semiólogo y un domador de hormigas.

29/6/13

Estamos en una conferencia al aire libre. Hay una playa y un charco de agua se quema. Michelle comienza a nadar en esa agua, agua de distintos pesos y colores, como hecha de elementos diferentes e irreconciliables. Estoy y no estoy.