miércoles, 27 de agosto de 2014

El mapa de mi memoria

Botella de Klein (Museo de la Literatura Ninja)

1.

hoy recordé cómo recordar recordé la voz, la
posibilidad de la voz que es mía pero primero es bosque,
bosquejo sin yo joya del yo recordé que el vos no es yo
el tú no es yo, el él y el ella no es yo recordé que con todo
el que narra es el que conversa, y en otro tiempo
yo --por darme a entender de algún modo-- he sido
el que conversaba sin tregua, porque los poemas
son conversaciones que nunca hemos tenido recordé
el sol, grandísimo en la ventana mientras me dormía
entre los brazos de mi madre, cuando mi madre
era tan grande como el sol pero más abrazadora
habrá sido otro el yo dormido, el sonámbulo
zumbido del zombi abriéndose paso en el mundo
a fuerza de monosílabos arrancados con tortura,
dura lo recordado apenas un instante, pero no
se necesita más que un instante a la vez

2.

hoy recordé que para recordar algo necesitaba saberlo
previamente, consultar al susurro como un oráculo, un forastero
que habla nuestra lengua materna, porque todos
nuestros amigos fueron extranjeros también
de su propio idioma: sentí que la tenía
entre mis brazos, como esta mañana que despertamos
tarde y ella tenía que tomar un avión pero no la dejé salir
sin mancharla minuciosamente con mis besos adiós, recordé
la mañana en que regresaba de otro cuerpo y otros brazos
--el sol de los enfermos (blanco cíclope) y de los borrachos--
pensando en ella recordé que una vez le dije
estoy enamorado de ti, y de tu memoria
porque era cierto: recordé que no hay altar
para el olvido.

3.

leer no era sino tomar prestada la voz del otro para narrarnos
lo que hemos sido un dictado de carne encuadernado blanqueado
dejado en los puros huesos, libro abrazado enteramente
a sí mismo bosque despierto:recordé el crepitar de los pájaros
que me expulso de los oídos cada mañana como moscas
nerviosas meditabundas sobrevolando un soberbio
trozo de mierda entre los árboles recordé
cuanto llegué incluso a odiar la palabra pajaros
y también el impulso violento
de la escritura su coz de plumas el culatazo de las palabras
como repartida carne del dios de hoy, del recién
nacido, cómo se me volvió molesto dejar de escribir
por un momento para poner atención a los pájaros
que damos desde siempre ya por leídos

4.

recordé que la única vez que hablé con mi abuela
le pregunté quiénes fueron tus padres y quienes tus abuelos
y de dónde vino mi lengua del polvo me dijo supongo
que del polvo de abajo de las piedras, del polvillo que deja
el polvo tras su abrazo de polvo, del prevenir el hambre
comiendo piedras venimos nuestro país se llama
una piedra entre los labios un vaso de tierra de panteón
para enterrar la sed y las preguntas y recordé
que siempre me pareció indolente esta genealogía forzada
esta subversión de la evolución
alternativa no del reptil al ave al hombre al dios al hombre,
sino del polvo de los hombres disperso en las edades recordé
que en su idioma sencillo tal vez dijo mira mira qué
bonitos y gordos van a estar los higos este año negros
de tan dulces, contenta porque el volcán no le secó
finalmente la higuera ni la granada ese bombardeo
de piñata feliz o sexo grave que el viento desmorona
se parece a nosotros cuando salíamos de las piedras

5.

pasa que tengo una pereza profunda por redactar cosmogonías:
existen muchas, algunas incluso muy buenas la mía
sería un estornudo a lo más o habría terminado
como una película que conoces antes de haber sido filmada
la decoración del tiempo no la dejaría así tan
a la carrera escapando como un ladrón
en medio de la noche, inventaría un tiempo
donde entrara como por su casa el olvido
y que no fuera como este olvido
hecho groseramente de tiempo; por la parte
del espacio, francamente no sabría cómo resolverlo
nada que decir a los inversionistas del juicio final
de aquí hasta donde alcanza la vista (del Hubble)
todo eran estepas inacabables de nada y tizne
y brasa pura para que pastaran las diosas germinales
y puro hacer acrobacias con el ser para dejar de ser
puro y era volverse otra cosa mezclada y sobre todo
horizontes para que escaparan los incendios
despavoridos bajo el cuchillo que cayó de un cielo
más cielo que el de la noche y de la noche
brotaron las esquirlas fecundas del arma
--y cuando le preguntaron quién había sido
dijo Nadie para sacarse la culpa de encima
o dijo Nadie porque los cuchillos tienen ojos
o Nadie
simplemente porque no se le había ocurrido
preguntarse quién era, seriamente.


martes, 12 de agosto de 2014

Soñar Alacranes

Publicado originalmente en el Periódico de Poesía, No. 56 Febrero del 2013


1.

Corona de horror, una mano
de espinas engarzada. Los objetos,
el propio sonido de mis pasos
se han cubierto de veneno;
un alacrán es la promesa
—¿la sombra?—
del alacrán que todavía no vemos:
de su presencia siempre doble.

2.

Flor armada,
vas nadando sobre una pulida
corriente de aire —mentira
que Dios no dé alas a los alacranes:
te he visto salir volando
en posición rasante
rumbo a la baja frescura de las esquinas
donde el polvo de los fantasmas
inútilmente se acumula.

3.

El movimiento de los alacranes,
su rumor evaporado, sospecho,
es lo que los vuelve perturbadores;
estáticos
sería fácil confundirlos
con joyas o rocas
de enconada belleza
(un alacrán es también,
claro, la metáfora
de un hombre cruel,
de una madre pariendo.)

Su movimiento, ese baile
de espadas en retirada
es también la dulce cortesía
de las criaturas hechas
para matar. Su grácil
soberbia ambulante.

4. 

El miedo a los alacranes
se comprende: una terrible fama,
un veneno visual precede el asombro
de su aparición, contagio
de la vista, picadura hechizada.

Cauto rigor de pusilánimes mamíferos:
valiente evolución de escobas,
pinzas, rotundos zapatazos del baile
de la cobardía sobre sus frágiles armaduras,
fraguadas en espanto y la flexible
tela de las pesadillas.

5.

Emperador derrotado, nunca languidez
dijo mejor la leve ira que desprende
desde el vaso de alcohol
tu cuerpo exánime.

¿Pero cómo mato al otro, al doble,
a ese alacrán secreto que siempre
va más rápido que mis ojos lentos,
guarecido entre los libros y las lámparas,
habitante de las grietas y la frescura, 
máquina de guerra, asolador
de los grillos, el que en sueños cuenta 
las sílabas de un poema negro
al compás de su andadura veloz, caballero
andante de las breves visiones, cómo
atreverme a pronunciar la palabra
aguijón
sin atajar un grito en la garganta?