domingo, 30 de noviembre de 2014

Años

Miro el mar: es grande, 
sucio y grande,
frío y grande, grande
y cuatro, ocho, dieciséis,
treinta y dos veces grande y está lleno de peces,
está vacío de todo lo que no sea agua
y seres de agua y, como a las montañas, 
que acumulan inútilmente 
su caudal de hermosura, 
también encuentro al mar repetitivo.

Puedo entrever mi propia medida: 
en el imponente universo
casi no ocupo espacio:
mi sombra y yo cabemos 
perfectamente sin estorbar en una silla, 
y mi carne y mis palabras -que no son
sino la misma cosa-
no ponen en riesgo ni restan luz
a ninguna de las estrellas individuales:
breve, fugaz, desaparezco a plazos
como las galaxias,
que nunca alumbrarán de golpe 
la eternidad entera.

El cielo salpicado de brillos
(que una pluma tapada de luz
dispersa sobre el libro infinito
de la noche) es imponente,
como se sabe, especialmente
en noches limpias como esta
donde creímos ver 
por el telescopio el ombligo
de un dios: pero el paisaje
de esta página -que no es blanca:
la blancura guarda el rastro
de todos los idiomas perdidos
y por perder-
me mira desde un pasado distante
con su pupila blanca, donde late
el primer día de un universo
finito, que siempre está por ser:

una eternidad
hecha a la medida del hombre,
esta palabra: este gesto humano
puesto sobre la naturaleza del silencio:
y los años son una medida
que el tiempo ignora, y yo soy, a secas,
ignorante de sí mismo como el tiempo.

Publicado originalmente en Vanguardia, para la campaña LEER MATA. Octubre y 2014.

lunes, 24 de noviembre de 2014

La psicología del colérico y el rendido / Minuta de conspiración


La ira (odiosa) de Aquiles, con la que da inicio la Ilíada, se vuelve incontenible frente a la pérdida del joven Patroclo, por lo que ejerce una violencia física y simbólica contra el cadáver de Héctor, príncipe de Troya, vejando su cuerpo e impidiendo los ritos sepulcrales, rompiendo así un pacto respetado incluso por los dioses. Pero en vez de procesar nuestra realidad a través del relato de la violencia, podríamos disponer de un poco más de atención para ese episodio donde Aquiles --mientras las lágrimas de un rey le escurren por las manos-- reconoce que no hay derecho más elemental que permitir que un padre entierre a su hijo. El lugar donde la furia se transforma en colaboración.

***

Me desperté pensando lo difícil que es rendirse en realidad. No se puede "no hacer" la acción de rendirse. Uno puede rendirse (Los pichiciegos de Fogwill es la épica del rendido), pero tiene que colaborar con el opresor de alguna forma u otra. No puede "rendirse" y ya, tiene que encarnar su papel de rendido. Y no creo que exista ninguna manera tan definitiva de entregar voluntariamente la voluntad que no permita al menos una brasa de resistencia.

***

Bibliografía anotada durante el café para un texto que no hice o tal vez haré:

* Primo Levi, Si esto es un hombre. Mantenerse humano a fuerza de rituales inútiles, lavarse con agua inmunda si es preciso.

* El Conde de Montecristo. Sentirse en casa en la prisión. Adoptar el discurso del amo. Escape subterráneo (Pichiciegos + los Topos que sacan a los muertos de las ruinas).

* Piglia, El último lector. Retomar artículo de Villoro sobre el gesto del Ché Guevara de corregir la errata del pizarrón de la escuela rural donde murió.

* Calasso. Rastrear el sacrificio. Acordarse del tuit de Ortuño. Señal mítica en el himno nacional, y de iguala la enseña querida. Enseña : 1) mostrar, 2) enseñar, 3) bandera.

* Martínez Rivas, La insurrección solitaria. ¿Quieren una revolución absurda? Pues eso es justo lo que (cada quien en su cabeza) va a tener.

* Jabés, El pequeño libro de la subversión... y Un extranjero con, bajo el brazo...

* Agamben. Lo del poder destituyente. Pensar el acto ético puro desde La comunidad que viene, Lacan y el Gran Otro. Se actúa sin garantías en lo real. La democracia no soluciona lo que la ética no ejerce como derecho.

* Revueltas. Los muros de agua, Sin esperanzas... La desesperanza es el único lugar donde la utopía no sólo sigue siendo imposible, sino que se vuelve, además, indispensable. (Retomar concepto de necesidad como ananké de Agamben, Las bodas de C. y A.)  

* Wajdi Mouawad. Incendies. Difundir la película. Cantar durante la tortura, como Roque Dalton. Lo de Lauri: responsabilidad ética de romper "el hilo del odio" entre las generaciones. La tragedia no es la contienda contra el dios, sino la indiferencia frente al otro (que el dios puede atestiguar o no, presidir o no, atestiguar o no, pero que en último punto es irrelevante). 

* Adonis, Concierto en Jerusalén, memorizarlo.

* Barthes, Mitologías. No existen el contribuyente, el usuario, el hombre de la calle, la tribu urbana, el colectivo, el pueblo, el contingente, el nosotros, el ustedes: todos son avatares de la lucha de clases entre la burguesía y ella misma. Actualizar: el neoliberalismo banaliza la lucha de clases procesándola como violencia. "La única clase es la esclavitud". La clase implica una moral y una estética.

* Agamben: aquello sobre la Gehenna: en el Paraíso, todos se salvan dos veces --por ellos y por su vecino que se condenó. En el Infierno, todos se condenan dos veces, por ellos y por el espacio de la hospitalidad que se debe al otro incluso en el infierno. Gnostic uppercut.